Me tropecé en la red con una serie de clases en videos realmente llamativas. Se trata de Crash Course, creado por John Green y su hermano con el propósito de impartir cursos breves sobre distintos temas como psicología, literatura, historia y hasta química.
Movido por la curiosidad, me puse a ver un par de episodios del curso de psicología (son 40 en total) y la verdad, los encontré no solo bien hechos, sino bien documentados.
Acá tienen la primera clase del curso – introducción a la psicología – para que juzguen Uds. mismos.
Creo que una de las formas en las que la tecnología va a transformar radicalmente la forma en la que damos y recibimos clases (si es que no lo han hecho ya) es con la adopción plena del video como herramienta para impartir y reforzar contenidos. Si bien en el caso de Crash Course el tono es un tanto informal, creo que el video está muy bien logrado y el contenido es serio. ¿Imagina algo así apoyando tu clase favorita en la Universidad?
Lo anterior no quiere decir, desde luego, que los videos deben sustituir la experiencia en el aula. Muy por el contrario. Sigo creyendo en el valor de una clase magistral, de los seminarios y por supuesto de las lecturas. Pero los videos, bien usados, pueden ser un excelente complemento – y aunque no tengo datos a la mano – me da la impresión de que pueden ser realmente potentes para motivar e involucrar motivando, mientras que al mismo tiempo afianzan el contenido impartido. Evidentemente, hay que tener especial cuidado con lo que se utiliza, porque si algo sobra en la red hoy en día es información chatarra.
En definitiva, Crash Course y otros como éste (¿ya vieron TED ED?), son buenas noticias en el mundo de la docencia. Con un poco de paciencia y mucho cuidado, se puede conseguir información que enriquezca la experiencia de aprendizaje y la haga más cercana a la forma en la que los estudiantes se comunican y consumen información hoy en día.
Bonitos tiempos para estar en la U, ¿no creen?
Qué buen hallazgo. Comencé a ver sólo el inicio de la primera clase. Pinta muy bien. En todo caso, lo que quería señalar es que el comentario que haces sobre las potenciales conexiones de las potencialidades tecnológicas con la academia es un tema estimulante que conviene apoyar. En todas las direcciones. Por ejemplo, no deja de ser un temazo pensar qué ocurriría si académicos competentes, apoyados por recursos tecnológicos de punta, pudiesen traducir socialmente algunos de los conocimientos, saberes, reflexiones y prácticas que tan frecuentemente quedan confinados a espacios pequeños: apenas un petit-comité de privilegiados.
Es todavía más estimulante pensar que tal cosa pudiese hacerse utilizando de manera racional todo lo que sabemos sobre el networking, la percepción, la generación de opinión, etcétera. No sorprende que no ocurra. Una de las cosas que también sabemos desde hace años por pura sociologia del conocimiento es que, irónicamente, las universidades muchas veces suelen ser las últimas en enterarse de las nuevas formas de conocimiento que se produce en la vida social.
Gracias por el dato, Mister Casó. Lo moveré por estos lados. Un abrazo!
Hola Pedro, ¡qué gusto tenerte por acá! En efecto, es irónico que las universidades vayan atrás en la adopción de nuevas herramientas. Yo estoy convenido de que se pueden hacer maravillas sin demasiado esfuerzo. De hecho, luego de escribir este post empecé inmediatamente a escribir otro con tres herramientas que, me parece, pueden ser útiles para empezar a generar contenido y a hacer las clases un poco más interactivas. Son tonteras, la verdad, pero por algo se empieza. Apenas lo escriba, te “taggeo” para que le eches una mirada y me des tu opinión, que sabes que valoro enormemente.
¡Abrazo grande y gracias por la visita!