Marginalia, o la importancia de leer con un lápiz.

Existen dos tipos de personas: los que rayan o escriben sobre los libros y los que no. Yo solía ser de los segundos: ni loco acercaba un lápiz a alguno de mis libros. Hoy pertenezco con orgullo al primer grupo y rayo sin ninguna pena sobre los libros que leo.

A esa forma de leer se la conoce como MARGINALIA, definida magistralmente por la fabulosa bloguera Maria Popova como “esos fragmentos de pensamiento y semillas de perspicacia que garabateamos en los márgenes de un libro”. Popova, como Austin Kleon y varios escritores e intelectuales que admiro, es una férrea defensora de escribir sobre los libros al leerlos. A modo de ejemplo, vean lo que escribió Edgar Allan Poe por allá en 1844:

Siempre he procurado que mis libros tengan un margen amplio, no tanto por amor a la cosa en sí, por agradable que sea, sino por la facilidad que me ofrece para anotar a lápiz pensamientos sugeridos, acuerdos y diferencias de opinión, o breves comentarios críticos en general.

¿Por qué debemos rayar los libros cuándo los leemos? Tomando de nuevo a Popova y su magnífico blog (que por cierto se llama The Marginalian), nos encontramos con este hermoso fragmento del libro “How to Read a Book” escrito por Mortimer Adler en 1940, en el que se lee lo siguiente:

Cuando se compra un libro, se establece un derecho de propiedad sobre él, al igual que ocurre con la ropa o los muebles cuando se compran y se pagan. Pero, en el caso de un libro, el acto de compra es sólo el preludio de la posesión. La plena propiedad de un libro sólo llega cuando lo has convertido en parte de ti mismo, y la mejor manera de convertirte en parte de él -que viene a ser lo mismo- es escribiendo en él.

¿Por qué es indispensable marcar un libro para leerlo? En primer lugar, te mantiene despierto, no sólo consciente, sino totalmente despierto. En segundo lugar, la lectura, si es activa, es pensamiento, y el pensamiento tiende a expresarse en palabras, habladas o escritas. La persona que dice que sabe lo que piensa pero no puede expresarlo, normalmente no sabe lo que piensa. En tercer lugar, escribir tus reacciones te ayuda a recordar los pensamientos del autor.

Leer un libro debería ser una conversación entre usted y el autor. Es de suponer que él sabe más que tú sobre el tema; si no, probablemente no deberías molestarte en leer su libro. Pero la comprensión es una operación bidireccional; el alumno tiene que cuestionarse a sí mismo y cuestionar al profesor, una vez que entiende lo que éste dice. Marcar un libro es literalmente una expresión de tus diferencias o tus acuerdos con el autor. Es el mayor respeto que se le puede rendir”.

Esa descripción de la marginalia y sus beneficios me parece una absoluta belleza.

Ciertamente, leer con un lápiz en la mano significa leer con atención, de manera crítica y activa. Me encanta, también, lo que dice sobre el pensamiento y cómo se expresa en palabras. No es lo mismo tener una idea en la cabeza que plasmarla en un papel, aunque sea bajo la forma de una anotación en un margen. Leer, y escribir lo que se piensa cuando se lee, facilita la comprensión y mejora la retención de lo leído. Por último, aunque no se menciona en la cita, es importante resaltar que la marginalia nos ofrece una forma fascinante de relectura. Cuando retomamos un libro después de cierto tiempo para revisar algún capítulo o leerlo completo nuevamente, nos encontramos no solo con las ideas del autor (que la experiencia, la edad y la madurez suelen modificar), sino también con nuestras propias ideas. Estas notas al margen son reveladoras porque nos permiten entender cómo pensamos (o pensábamos), mostrándonos una parte de nosotros mismos que a menudo pasa desapercibida. Para decirlo en términos psicológicos, la marginalia es una forma de “pensar sobre cómo pensamos”, lo que en psicología denominamos “meta-cognición”.

A mis estudiantes suelo insistirles sobre la importancia de la lectura, pero esa lectura crítica que solo se logra con una lápiz en la mano. Este post pretende hacer lo mismo: invitarte a leer, pero a hacerlo de esa forma en la que te involucras de una forma única con el autor y sus ideas. Lean y rayen en los márgenes lo que sea que les salte a la mente en ese momento. Discutan, asómbrense, apunten o señalen fragmentos que les llamen la atención. Verán con el tiempo la inmensa riqueza que hay en esta forma tan peculiar e íntima de leer.

Cierro este post – invitación con una última cita, esta vez del infaltable Julio Cortázar. En un video grabado en 1975, decía el enormísimo Cronopio lo siguiente:

Seamos, como sugiere Cortázar, ese “antagonista fraternal”. Leamos, pero discutamos, opinemos, participemos activamente en la creación de la obra.

En definitiva, leamos con un lápiz en la mano.


Foto de la portada: Marginalia de Vladimir Nabokov sobre “La Metamorfosis” de Franz Kafka

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