Soy un amante de los gadgets. Como buen geek, cada nuevo “device” o app que sale al mercado captura de inmediato mi atención. He sido durante años un evangelizador de Apple, de esos insoportables que piensan que toda cosa que lleve el logo de la manzana es por definición cool y mejor. Vivo conectado a internet y tengo múltiples perfiles creados en redes sociales y servicios digitales.
Y ahora, me estoy empezando a arrepentir.
La razón es que me he dado cuenta de la enorme cantidad de tiempo que pierdo por culpa de la tecnología.
No soy el único, desde luego.
Somos millones los que, gracias a la proliferación de aparatos y redes, hemos sacrificado la que quizá sea una de nuestras herramientas más poderosas para vivir bien y mejor: nuestra capacidad para prestar atención.
En el pasado, asignarle nuestra atención absoluta a una tarea era algo relativamente sencillo. Bastaba con meterse en una oficina y cerrar la puerta. Hoy tal cosa es prácticamente imposible. Vivimos inundados de likes, mails, comentarios, retweets, taggeos; en fin, no hay un momento en donde no nos esté llegando un mensaje o no estemos nosotros revisando a ver si alguien “respondió” o “reaccionó” a algún mensaje o post nuestro.
Prueba de lo anterior son los resultados de una investigación hecha por la gente de RescueTime, una empresa que ofrece soluciones digitales para incrementar el foco y la concentración a través de la medición y bloqueo de ciertos páginas y softwares. En un post publicado hace 3 años en su blog, comparten algunos hallazgos alarmantes tomados de la data que ellos mismos registran. Por ejemplo, este:
Que el 50% de las personas no puedan pasar más de 6 minutos sin chequear correos o plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp habla de la magnitud del problema. Noten, además, la forma de la distribución y su larga cola hacia la derecha. Es evidente en ese histograma, que las personas que pueden pasar más de una hora sin revisar su correo o alguna de plataforma de mensajería son una verdadera minoría.
Otro dato alarmante es este:
De nuevo, más de la mitad de las personas no logran llegar a una hora sin usar alguna herramienta de comunicación.
¿Por qué esto es un problema?
Cal Newport, uno de mis académicos favoritos y una de las voces más importantes en favor del trabajo profundo y en contra del efecto que las tecnologías de comunicación tienen hoy en día en nuestra capacidad para concentrarnos, dice que las dos habilidades claves para triunfar en las nuevas economías son1:
- La habilidad para aprender rápido cosas muy complejas.
- La habilidad para producir resultados de altísimo nivel tanto en términos de velocidad como de calidad.
La única forma de desarrollar esa habilidades es concentrándonos y llevando nuestros cerebros al límites de sus capacidades. Pero hacer eso mientras estamos saltando de una tarea a la otra es simplemente imposible.
Una de las razones principales, explica Newport, tiene que ver con lo que se conoce como residuos de atención, un concepto acuñado por primera vez por la Profesora Sophie Leroy en un paper titulado Why is it so hard to do my work? The challenge of attention residue when switching between work tasks. Leroy diseñó un conjunto de ingeniosos experimentos que demuestran que saltar de una tarea a otra de forma repentina y frecuente afecta negativamente nuestro rendimiento. Sin entrar en demasiados detalles sobre los experimentos, cosa que iría más allá del objetivo de este post, Leroy encontró evidencia que demuestra que cuando una persona es interrumpida en la realización de una tarea A y se le pide que haga una tarea B, arrastra a esta segunda tarea activación cognitiva relacionada con la primera. Dicho de forma un tanto coloquial, es como empezar a hacer B sin dejar de pensar en A. Esta “huella cognitiva” se da con especial regularidad en tareas que no tienen un final definido, independientemente del grado de dificultad de la tarea. 2.
“Cuando cambias tu atención de una tarea a otra, les estás pidiendo a tu cerebro que cambién todos sus recursos cognitivos”, le explicó Leroy a Newport en una entrevista. “Desafortunadamente, somos muy malos haciendo eso”. Para Leroy, la mayoría de las personas trabajan en un estado constante de “atención dividida”, en el que la mente rara vez hace cierres antes de pasar a una nueva tarea, creando un enredo de activaciones e inhibiciones cognitivas que compiten entre si y que terminan por reducir de forma significativa la calidad de la tarea en cuestión.
El de Leroy es apenas uno en una larga serie de papers que vienen abordando el rendimiento de las personas cuando hacen tareas en paralelo. Los resultados son unánimes.
Una buena síntesis está en la frase del Profesor Clifford Nass de la Universidad de Stanford, citada por Newport en su libro Deep Work:
La gente que hace multitask no puede filtrar lo irrelevante. No pueden manejar su memoria de trabajo. Están crónicamente distraídos. Activan grandes partes de su cerebro que son irrelevantes para la tarea en la que están trabajando. Son básicamente desastres mentales.
En definitiva, tenemos un cerebro secuencial intentando vivir en un mundo en el que todo ocurre de forma simultánea. Es imposible intentar responder a esas demandas de atención sin salir perjudicados. El multitasking no existe. Lo que existe es el “task switching” y éste siempre producirá resultados inferiores.
¿Cuál es la solución?
Hay múltiples formas de salir de este enredo. Todas lucen simples, pero son en realidad complejas de lograr. La principal es reducir el uso de estas tecnologías de comunicación, en especial las redes sociales.
Hay dos razones por las cuales esto es más fácil decirlo que hacerlo. La primera es que todas estas herramientas, desde Instagram hasta WhatsApp, están diseñadas para hacernos pasar el mayor tiempo posible usándolas La segunda, y en mi opinión más importante, es porque se ha generado una expectativa de respuesta inmediata para casi todo lo que hacemos. El “me dejaste en visto” es un reclamo común y hoy es casi inexcusable no dar una respuesta apenas nos llega un mensaje. Lo peor es que aún cuando no respondamos de forma inmediata, una parte de nuestra mente está ocupada pensando (y generando ansiedad) porque tenemos ese pendiente.
Para poder entonces regular la forma en la que usamos estas herramientas debemos, por un lado, acostumbrarnos a pasar largos períodos de tiempo lejos de nuestro teléfonos. Tenemos que saber que si queremos hacer bien una tarea que requiere de nuestras ideas y pensamientos, la única forma de hacerlo bien y rápido es si logramos mantener la concentración por periodos prolongados de tiempo. Por otro lado, debemos ajustar las expectativas de la gente con la que interactuamos. Nuestros amigos, familiares, colegas, jefes y colaboradores deben saber que hay momentos en los que uno simplemente NO ESTÁ DISPONIBLE. Tenemos que empezar a crear reglas que maximicen el tiempo que podemos estar solos, con la mente puesta en una sola tarea. Parece una locura, pero si hace bien y con tiempo, aclarando cuando se puede responder y cuándo no, nada grave va a pasar.
En definitiva, la atención es quizá el capital más valioso con el que contamos actualmente 3. Es necesario que seamos consciente del enorme costo de oportunidad que hay detrás de las horas que pasamos distraídos por la tecnología. Si queremos desarrollar esas dos habilidades que menciona Newport, debemos empezar a hacer trabajo profundo de verdad.
O para decirlo más claramente: se vale apagar el celular y colgar el letrerito de NO MOLESTAR de vez en cuando.
Referencias
- Newport, C. (2016). Deep work: Rules for focused success in a distracted world. Hachette UK..
- Leroy, S. (2009). Why is it so hard to do my work? The challenge of attention residue when switching between work tasks. Organizational Behavior and Human Decision Processes, 109(2), 168-181.
- Newport, C. (2021). A World Without Email: Find Focus and Transform the Way You Work Forever. Penguin UK.
Hola Ramiro, donde puedo leer sobre el “task switching”. Muy interesante este artículo. Lo comparto. Me pasa igual. Saludos!
Hola Roberto, gracias por tu comentario. Si, esto del task switching es una pesadilla. Mira, para leer sobre eso te recomiendo los dos libros que cito de Newport. La investigación de Leroy tiene una explicación amplia – aunque bastante técnica por tratarse de un paper académico – de ese fenómeno. Avísame si no lo puedes conseguir para ver si te lo puedo pasar.
Saludos y gracias por la visita y el comentario.
Que interesante blog Ramiro, tengo mucho material para leer, espero podamos conversar pronto.
Gracias a ti Carlos, por la lectura y el comentario. Espero lo encuentres útil. Lee todo lo que publica Cal Newport. Es maravilloso.
Muy acertado tu blog. Y coincido plenamente en que nuestro cerebro no está diseñado para el multitasking como nos han querido “evangelizar”. Gracias por compartir. Saludos
Hola Gabriela, ¡qué bueno tenerte por acá! Gracias por la lectura y el comentario. Y si, tienes razón: esa evangelización ha sido muy dañina. Se ha creado un mito, sobretodo relacionado con las mujeres, de que se puede ¡y se debe! hacer multitasking. Nada más lejano de la realidad.
¡Abrazo!
Yo creo que hay dos cosas valiosas de aquí en adelante: La privacidad y la atención. Habrán apps y tecnologías que van a sacarle provecho a estas dos cosas. Por supuesto, lo más valioso será accesible sólo para los más adinerados. Será un commodity muy codiciado.Alguien va a monetizar tu atención y te van a pagar por usar Facebook. Y tú vas a pagar por mantenerte anónimo. Va a ser interesante.
Así es mi pana querido. La atención es “the ultimate commodity”. Además, mientras más información hay, más escasa se hace la atención, siguiendo el famoso dicho de Herbert Simon. El problema es que todavía hay poca gente que entiende eso y cree que haciendo muchas cosas a la vez están siendo más productivos. Y es exactamente al contrario. Yo he aprendido a los golpes, mientras intento concentrarme para mis temas del doctorado.
¡Abrazo grande Manu! Gracias por la visita y el comentario.
Estimado Ramiro, con relación a su artículo me hago la siguiente pregunta, por qué entonces nos piden y nos dicen que seamos multitasking y que todo sea realizado a la vez?
Entonces ahí se ven los resultados. Estamos equivocados, por eso tenemos tareas incompletas o mal realizadas. Y con cansancio o estrés laboral que luego nos lleva a otras instancias de desgaste profesional.
Hola Elizabeth,
¡Gracias por tu comentario!
Creo que tu misma respondes a tu pregunta. En efecto, estamos equivocados. Asumimos que la gente puede hacer más de dos cosas a la misma vez sin tener consciencia de las consecuencias negativas que esto trae. El resultado es ese que mencionas: estrés laboral, desgaste y malos resultados. O quizá no malos resultados en sí mismos, pero sí resultados que no son lo mejor que pudieran haber sido.
¡Gracias de nuevo por tu comentario!
Saludos
R