Contradicciones

El mes pasado se cumplieron 217 años del nacimiento de Ralph Waldo Emerson.

Considerado por muchos como el prócer de la “independencia intelectual” de los Estados Unidos, Emerson representa, junto a Dickinson y Whitman, una suerte de trinidad sagrada de la literatura norteamericana del siglo XIX. Fue un férreo defensor de la individualidad, y del poder de la intuición, esa enseñanza desde adentro (“in”: adentro, “tuition”: enseñanza o instrucción), de la que todos, sin excepción, somos capaces de beneficiarnos.
En sus ensayos se pueden encontrar ideas maravillosas. Por ejemplo, esta:
En toda obra genial reconocemos nuestros propios pensamientos rechazados: nos son devueltos con una cierta majestad ajena. Esa es la lección más conmovedora que nos pueden dar las grandes obras de arte. Nos enseñan a obedecer nuestra impresión espontánea con inflexibilidad jovial, más aún cuando las voces están del otro lado. (Self Reliance)

La idea de que la experiencia estética es en realidad el reconocimiento de lo genial que todos tenemos adentro es, lisa y llanamente, hermosa.  Es una maravillosa reivindicación al individuo, que luego supieron recoger y celebrar gigantes como Borges y Cortázar. Es, además, una síntesis perfecta de su pensamiento: todos somos únicos y tenemos el poder de hacer o pensar cosas geniales, pero usualmente rechazamos esa intuición, la dejamos de lado.

¿Por qué nos pasa eso? ¿Qué nos lleva a rechazar esa fuerza interna?

Para Emerson, lo que origina ese rechazo es el conformismo a las normas sociales y la falsa consistencia. De la primera se ha hablado muchísimo, de modo que me concentraré en la segunda, mucho más importante y menos discutida en mi opinión.

En su ensayo Self-Reliance dice lo siguiente:
El otro terror que nos aleja de la auto-confianza es nuestra consistencia; una reverencia por nuestras acciones o palabras pasadas, ya que los ojos de los demás no tienen más datos para calcular nuestra órbita que nuestros actos pasados, y somos renuentes a decepcionarlos.¿Pero por qué debemos mantener la cabeza en su sitio? ¿Por qué arrastrar este cadáver de la memoria, por miedo a contradecirte en algo que dijiste en tal o cual lugar público? Asume que te contradices: ¿Qué sucede entonces? Parece ser una regla sabia no confiar solamente en tu memoria, ni siquiera en los asuntos que requieran pura memoria, sino que es mejor traer el pasado al presente y juzgarlo con sus millares de ojos, y vivir para siempre en un nuevo día. En tu metafísica, le has negado personalidad a la Deidad: pero cuando lleguen los movimientos devotos del alma, déjate llevar por ellos, con todo el ser, aunque atribuyan a Dios forma y color. Deja tus teorías, como José dejó su ropa en manos de la ramera, y escapa.

Y más adelante, agrega:

Debe haber consistencia en todo acto, para que cada uno de ellos sea natural y honesto en su momento. El deseo hará que las acciones sean armoniosas, aunque parezcan muy disímiles. Esta diversidad se pierde en la cercanía, cuando se piensa un poco. Una tendencia las une. El viaje del mejor buque es una línea zigzagueante compuesta por centenares de virajes. Ve la línea desde una distancia apropiada, y se acerca a la tendencia promedio. Tus acciones genuinas se explicarán solas, y explicarán tus otras acciones genuinas. Tu conformidad no explica nada.

Soy de los que piensa que pocas cosas dan más miedo hoy que cambiar de opinión o asumir una postura distinta. Nos creemos obligados a mantenernos fijos en ideas que expresamos en el pasado. Y es una obligación de algún modo auto-impuesta, que nos frena a expresar ese genio interno.

Oscar Wilde, otro gigante defensor del individuo, decía con humor en el texto de aforismos titulado Phrases and Philosophies for the Use of the Young, lo siguiente:

Aquél de buena crianza contradice a otras personas. Aquél que es sabio, se contradice a si mismo.

En estos tiempos difíciles y sobre digitalizados, llenos de pantallas, redes sociales, “yo curados” y cámaras de eco; las ideas de Emerson cobran más vigencia que nunca. Hay que dejar de preocuparse tanto por lucir coherentes todo el tiempo. Tenemos que perderle el miedo a cambiar de opinión, dejar de lado la ansiedad de experimentar un poco.

¿Cuánto más rico nos fuese el mundo si perdiéramos el miedo a contradecirnos?

0 Comments

  1. Wow! Me encantó. Soy una aficionada a las lecturas como estas, de superación personal y al mismo tiempo con una prosa enganchante… Gracias por compartir.

  2. Después de oír/leer por décima vez la postura del buque zigzagueante debo decir que es la primera vez que realmente me cala. Tal vez la incorporación de Wilde en la línea argumental. Tal vez la franquesa de tus opiniones intercaladas “Y es una obligación de algún modo auto-impuesta, que nos frena a expresar ese genio interno.” dentro de la postura.

    Algo cambio, y cada vez toma más forma, posiblemente espero oìr sobre esta ponencia 10 veces más para mirar a través de su desarrollo esa misma línea zigzagueante de la que solo espero genialidad y cambio.

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